Saturday, February 04, 2006

LA DIOSA DE LOS COCOS

A pesar de que vivamos en una época en la que ni Dios cumple con sus presuntas obligaciones como cristiano o como lo que sea, las supersticiones derivadas de las religiones dominantes siguen estando a la orden del día. Aquí en Bilbao, por ejemplo, poca gente queda ya de misa diaria, o incluso de misa semanal, y la gente en general vive ajena al devenir de la Iglesia Católica salvo para bodas, bautizos y comuniones. Sin embargo, esto no impide que se sigan celebrando festividades y eventos de naturaleza exclusivamente religiosa, incluso por quienes dicen no practicar ningún culto. Algunos pueden ser más o menos cotidianos, como la Navidad, la Semana Santa, los Funerales... y otros especialmente localistas, como lo de la Virgen del Rocío, la Sangre de San Pantaleón, o como lo de la Virgen de Begoña. Porque rara vez encuentras a personas que se confiesen devotas de este personaje ficticio, pero luego el Athletic empieza a correr peligro de bajar de división y hasta el más ateo se persona en fecha y hora delante de la Basílica para hacerle una ofrenda a la Amatxu de Begoña a ver si metemos algún gol. Porque una cosa es ser católico, o religioso, y otra muy distinta la Amatxu de Begoña, que es una cosa muy buena y muy nuestra de toda la vida. Que yo no creo en las meigas, pero haberlas haylas.



El día 15 de agosto (creo) celebramos por acá el rollo este de la Virgen de Begoña, que no sé muy bien en qué consiste, pero la gente se levanta a las cinco de la mañana y sube hasta la Basílica, que está arriba del todo del puto monte, a comprar rosquillas. A comprar las putas rosquillas. Podemos hablar simplemente de tradición bilbaína, o de negocio tradicional (un poco como lo de vender el talo con chorizo a cinco euros en Santo Tomás), pero lo cierto es que a eso de las seis de la mañana, hora intempestiva donde las haya, ve uno la Plaza de Unamuno repleta de familias con los niños y con el traje de los domingos desayunando café con leche con rosquillas en las terracitas, tomando al asalto un terreno normalmente colonizado por otras gentes más alternativas, tales como yonquis, gourmets del brik de Cumbres de Gredos, chavales del botellón y patrullas de la Policía Municipal. Como madrugón, pues ya me sorprendía, hasta que un año, a eso de las doce de la noche, iba yo en coche por los aledaños de la ría en dirección a Las Arenas, cuando me percaté de que, a la altura de Erandio o por ahí, se veía bastante gente caminando hacia Bilbao cargada de flores, mochilas, y hasta en grupos grandes como de boy scouts. El conductor del vehículo en el que yo me hallaba me explicó que en realidad iban todos a subir a lo de la Virgen de Begoña a por las rosquillas. Que tradicionalmente hay que ir andando, vaya usted a saber por qué. Es una especie de peregrinación, como la del Camino de Santiago, pero más breve. Así que la gente se pone a caminar a eso de las once o las doce de la noche en municipios que se hallan a una veintena de kilómetros de Bilbao con intención de llegar a la Basílica para el alba. Es decir, que no sé si ha quedado muy claro esto: no se trata de gente especialmente religiosa, ni particularmente creyente, pero cada año gente de Algorta o de Astrabudua caminan toda la noche por mitad de la carretera para ir a comprar unas rosquillas a la hora más absurda que se conoce, y luego volver y ya está. Vale que la gente que se hace el Camino de Santiago tampoco lo hace por desatar sus fervientes creencias catecumenales, pero coño, eso al menos puede entrar dentro de la categoría del turismo-aventura: recorrer montañas, bellos parajes, pueblos pintorescos, relacionarse con otros mochileros de buen rollito, visitar bonitas villas medievales, cantar canciones junto al fuego con una guitarra mientras se fuman cigarrillos de droga blanda, tratar de ver si se pilla con algún peregrino del sexo opuesto, o incluso del propio, aunque sea por accidente... Vamos, que esto yo lo puedo entender. Pero lo de andar por mitad de la carretera a las tres de la mañana, contemplando paisajes tan emocionantes como las fábricas y los concesionarios de coches de Erandio, o las casas de San Ignacio, la mitad del tiempo andando ahí por el arcén con gran peligro para tu vida... Y todo para comprar unas rosquillas con cuatro amatxus de esas que luego entrevistan en TeleBilbao... Pues no sé, yo no lo acabo de entender. Esto sólo se explica como una paletada supina, una bilbainada más como lo de las Peñas del Athletic, un apego a la tradición y al oscurantismo que se lleva como orgullo personal en vez de como mero anacronismo.

Hasta hace escasas horas, yo pensaba que esto de las rosquillas no tenía parangón en ninguna otra cultura ancestral ni moderna, hasta que este curioso artículo de la BBC me ha abierto los ojos. Cambiad la Basílica de Begoña por el templo hindú de Maa Tarini, situado en la región de Orissa, al este de la India, y las rosquillas por cocos, y ya tenéis montado un ritual totalmente surreal alrededor de no se sabe muy bien qué. Dejad que os explique esto de los cocos: al parecer, y por alguna exigencia propia del culto concreto que se practique por aquellas lejanas tierras, en este Templo hacen falta cerca de un millar de cocos cada día para realizar las pertinentes ofrendas al ser ficticio de turno que adoren allí. Para aprovisionarse de cocos, los propios ciudadanos de la región donan gratuitamente sus propios cocos al Templo. No sé si este templo contará con muchos fieles o no, pero en cualquier caso, y dado que en la India hay gente hasta para tomar por culo, con que haya un pequeño porcentaje de devotos entre la población, pues ya son un porrón de ellos. Total, que cada día llegan hasta el Templo la friolera de 15.000 cocos, y eso los días normales, porque ya en las Festividades especiales y tal, la cifra puede alcanzar fácilmente las 100.000 unidades.



¿Y cómo llegan todos estos cocos hasta el Templo cada día? Pues aquí viene lo bueno, porque al parecer las Autoridades Religiosas competentes han organizado una complejísima red de distribución similar a la que se organiza para el correo postal, pero sólo para cocos. For Coconuts Only. Ponen por ahí esparcidas diversas cestas en las que los fieles pueden dejar sus cocos y luego hay gente encargada de recogerlos y llevarlos al Templo, un poco como con los buzones de Correos. Las cestas las ponen por otros templos menores, en edificios públicos o administrativos, en autobuses públicos, o directamente en la puta calle. Luego también hay los habituales chalaos que peregrinan ellos mismos hasta el Templo con los cocos, pero esto ya es menos frecuente. Lo más absurdo de todo es lo de los conductores de autobús, que hacen incluso paradas aleatorias durante el trayecto en cuanto ven a cualquier pringao en mitad de la carretera con un coco. El bus para, el conductor coge el coco, y lo deja en un compartimento adecuado a tal efecto que al parecer hay en todos los buses de la región. De hecho, es habitual que allí la gente viaje siempre en el transporte público rodeados de cocos por todas partes, lo cual no deja de ser sorprendente para quienes vivimos en un mundo aséptico en cuyos metros y autobuses está absolutamente prohibido comer o incluso manipular alimentos de según qué condición. Pero allí no, allí los autobuseros son personas absolutamente fieles a la Diosa Maa Tarini, y son conscientes de que llevan a cabo poco menos que una misión divina. Si se negaran a llevar los cocos al Templo, podrían acontecerles miles de desgracias y penurias como castigo, y de hecho es frecuente que aquellos herejes que se atreven a no llevar a cabo tan sagrada tarea que se les ha encomendado sufran todo tipo de averías en el vehículo, fallos en el motor, pinchazos, choques frontales, etc. El caso es que allí, independientemente de dónde te encuentres, basta con que le entregues tus cocos a cualquier conductor de autobús. Eél lo llevará hasta el Templo, o en su defecto se lo dará a otro autobusero que haga una ruta más cercana al Templo. Los cocos cambian de manos varias veces a través de esta laberíntica red de autobuses hasta que llegan a su destino final. Por el momento, en Bilbao seguimos sin usar a los conductores del Bilbobus para llevar ofrendas a la Amatxu de Begoña, pero todo se andará.



Luego ya en el templo este, como es lógico, les sobran casi todos los cocos. Unos pocos los dedican a ofrendas, consistentes en ponerse uno a los pies de la Diosa antedicha y empezar a darles de hostias a los cocos con cualquier instrumento contundente, o directamente con la fuerza bruta, hasta que se rompen, una y otra vez, así con todos hasta poner todo hecho un cristo. Desconozco qué tipo de simbología habrá detrás de esto, pero el caso es que los miles y miles de cocos sobrantes se los venden a los comerciantes de los municipios adyacentes a precios irrisorios, lo que ha propiciado que en la región existan todo tipo de variedades gastronómicas basadas en el coco: que si dulce de coco, que si aceites de coco, etc... Vamos, que por aquellos lares se puede uno hartar de comer cocos. Luego también parece que la industria musical ha prosperado bastante en los alrededores, y mientras que aquí nos enfrentamos al acuciante problema del Top Manta y del subsahariano que te vende el último de Chenoa, allí los recopilatorios de cánticos espirituales en honor al Coco están en los primeros puestos del Billboard local, hasta el punto de que venden una media de 100.000 copias de cada CD. Que allí son muchos más que nosotros, y claro, como tampoco todos tienen el eMule, pues se lanzan como locos a comprar el Coconut Mix vol. 5.

Así que ya veis cómo estamos. Mientras unos caminamos noches enteras para comprar rosquillas y rendir tributo a la Amatxu de Begoña, otros montan una gigantesca red de distribución de cocos para que unos sacerdotes los escachuflen a hostias sin más. Y el mundo, mientras tanto, sigue girando.


4 Comments:

At 6:08 PM, Anonymous Anonymous said...

K descojono con los cocos y los bilbaínos. Oye, ¿en serio utilizas el Wordpad? ¿Y para k tienes el Word?

Macs

 
At 3:20 PM, Blogger Minardi said...

Pero, pero... de donde demontre saca usted esta información??? que le lleva a investigar sobre los cocos en la india...

Dígamelo...

Muy interesante la verdad...

Por cierto... hace que no como coco.... ummmhhhh

 
At 3:21 PM, Blogger Minardi said...

Por cierto, y perdone mi pesadez...

Nunca terminará el French Conection vol 4 ¿verdad?

 
At 4:50 PM, Blogger The Big Kahuna said...

El French Connection 4 ya está terminado. Ahora tiene que estar unos días en la recámara para acumular expectación, je, je... No, en serio, ya está terminado, pero faltan las fotos. Las tenía, pero por absurdo que parezca las he perdido, así que ahora tengo que volver a sacarlas del CD, seleccionarlas y reducirlas. Bueno, y luego tengo que copypastear el texto. Una horita de curro como mucho. Con suerte esta noche va, si no mañana o pasado.

 

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