Thursday, May 18, 2006

EL CAMINO DEL SAMURAI



Si ahora la chavalería se distingue por su compulsiva obsesión por los móviles, los Ipods y los videojuegos, en los años ochenta existía una curiosa obsesión, hoy un tanto anacrónica, que todo chaval debía experimentar en algún momento de su infancia: las artes marciales. La imagen de ese gimnasio de KARATE KID con el tatami, las espalderas, y los jóvenes con kimonos y cinturones de colores dando patadas al aire es una imagen tan ochentera como los créditos iniciales de EL COCHE FANTÁSTICO. ¿Quién no recuerda a aquel pseudo-aspirante a "tough guy" de la clase, al que la gente temía porque "sabía karate"? ¿Quién no recuerda aquellas horrendas revistas de taekwondo y ninjutsu?

Quizás por ello los ochenta fueran el momento propicio para que se publicaran cosas como esta: el Teenage Mutant Ninja Turtles Martial Arts Authorized Training Manual, un cómic (por llamarlo de alguna manera) que pretendía ser un manual de artes marciales para que el pajero lector de comics con gafas al que le daban de hostias en el colegio aprendiera, en la soledad de su hogar, los oscuros secretos de las artes de la guerra. La portada anterior nos indica que estamos ante el nº 5 de la serie (o sea, ¡que hubo por lo menos cuatro números más!), y nos informa de que se trata del "Authorized Training Manual" (ah, bueno, menos mal que es "autorizado", pero... ¿autorizado por quién?). No especifica qué arte marcial en concreto es la que vamos a aprender, ni cómo se supone que podremos obtener alguna distinción en la susodicha, pero es igual. Lo importante es que uno puede aprender a combatir contra pérfidos oponentes que hacen el Mal sólo con leerse unos tebeos. Yo personalmente me imagino al niño de turno en su habitación haciendo movimientos heroicos como de Tai-chi, ahí, con el tebeo en una mano, imitando a una especie de Sonny Chiba con una espada de juguete. Veamos lo que estos educativos comics enseñaban en los 80 a los niños de la América más WASP (porque quiero pensar que esto nunca se editó en España, ¿no?).



Por un lado, como vemos, la auténtica vida al límite, en la que cualquier momento podría fácilmente ser el último. Los combates son a vida o muerte, nada de mariconadas como en el judo-club de tu barrio.


Sí, bueno, digamos que para el tipo de público al que el cómic iba dirigido, esta última frase podía perfectamente aplicarse a otros ámbitos de la vida, ¿no creéis?



O sea, que también nos enseña las coreografías marciales necesarias para mandar a alguien al otro barrio, algo que no sé yo si sería muy acorde al Comics Code y a los sagrados mandamientos de Fredric Wertham, pero bueno, como es un manual "autorizado"...


Pero eso sí, aunque tú seas un samurai con honor y un ninja despiadado experto en la Técnica del Escorpión, no hay por qué cortar a tu enemigo en rebanadas haciendo un uso innecesario de la violencia, por Dios. Mucho más recomendable es la opción de pirarse cagando hostias y evitar cualquier enfrentamiento. Un consejo, sin duda, que podría exhimir de toda responsabilidad a los editores en el hipotético caso de que algún chaval decidiera convertirse, tras leer el cómic, en el Asesino de la Katana versión Wisconsin.

Esta joya ochentera del papel barato, por supuesto, no la he descubierto yo (a ver por quién me tomáis...), sino el ilustre Mike Sterling, autor de uno de los blogs viñeteros más divertidos que existen. Un tío de lo más singular al que yo me imagino más bien como uno de esos personajes de las películas de Kevin Smith, un treintañero cachondo que se pasa el día metido en la tienda de comics a la búsqueda de este tipo de rarezas arqueológicas. Luego a lo mejor el hombre es totalmente distinto a lo que se espera, pero desde luego su garito virtual, adecuadamente denominado Progressive Ruin, es uno de esos que no puede faltar en la carpeta tebeística de cualquier lista de bookmarks.