Tuesday, November 07, 2006

GRANDES MONÓLOGOS DE LA HISTORIA DEL CINE


Cada vez que entro en este blog me da dolor de corazón ver las fechas de las últimas actualizaciones. Casi un mes desde el tocho-post del Piedra, Papel o Tijera, y parece que lo escribí el otro día. No sé si es el tiempo, que va demasiado deprisa, o si soy yo, que voy demasiado lento, sumido en una especie de letargo marcado por la rutina y el aburrimiento, un letargo que me lleva a huir absurdamente de mi propio blog. No voy a negar que la cosa está difícil, así que a efectos de mantener esto vivo hasta que lleguen tiempos mejores y más fértiles, me he sacado de la manga una bonita sección de esas que se pueden postear en cinco minutos, y que además pretende paliar mi ineptitud técnica, porque lo que es por el momento, jamás he incrustado un vídeo de esos del Youtube porque no sabía ni cómo se hacía (bueno, de hecho en el momento en que escribo estas líneas tampoco lo sé, me dispongo a intentarlo intuitivamente dentro de un par de párrafos).

La sección se titula GRANDES MONÓLOGOS DE LA HISTORIA DEL CINE, y cómo su propio nombre indica, va exactamente de eso, de compilar una por una algunas de esas míticas escenas en las que la acción de una película se detiene para ofrecer al espectador unos minutos consagrados en cuerpo y alma al talento de un sólo actor, que de cara a otros personajes, y por extensión de cara al público, suelta una parrafada explicativa sobre cualquier cuestión, en ocasiones sublime y elevada, y en otras ocasiones irrelevante y digresiva.

Inauguramos hoy con el que para mí es uno de los más grandes de todos los tiempos. Un increíble Alec Baldwin viviendo los siete putos mejores minutos de toda su filmografía en esa joya repleta grandes actores que es GLENGARRY GLEN ROSS. Baldwin hace suyo el magistral texto de David Mamet y tiene la oportunidad de humillar psicológicamente en su puta cara a auténticas estrellas como Kevin Spacey, Ed Harris, Alan Arkin y hasta el mismísimo Jack Lemmon. Es la encarnación más viva del jefe hijo de puta que ningún trabajador querría tener, sentándose a contemplar cómo unos miserables agentes inmobiliarios se lanzan a la arena de duelo para devorarse los unos a los otros utilizando las artimañas más sucias, rastreras y fraudulentas. Ahí va (a ver si me sale):



La secuencia me vino a la memoria hace unos días, vía Monkeys for Helping. Tengo unos cuantos monólogos más en la recámara, pero por supuesto se admiten todo tipo de sugerencias que puedan ampliar la selección. Yo por mi parte trataré de recrear algunos de los momentos estelares de Baldwin la próxima vez que venga el comercial de turno a venderme el chalecito en Marina D'Or. Y recordad: ALWAYS BE CLOSING!

5 Comments:

At 3:57 PM, Anonymous Anonymous said...

El monologo final de Al Pacino en "Pactar con el diablo"... soberbio

 
At 11:36 PM, Anonymous Anonymous said...

Ya era hora de que escribiera Ud. algo!

 
At 11:14 AM, Anonymous Anonymous said...

Monólogo de Travolta en Pulp Fiction, cuando deja en casa a la chica y se lanza el auto-speech encerrado en el cuarto de baño.

 
At 12:57 PM, Blogger Antonio said...

Para mi lo mejor de Alec Baldwin es cuando hace de novio de Phoebe en Friends, el novio que lo ve todo positivo!!

 
At 8:59 PM, Anonymous Anonymous said...

Robert Shaw en Tiburón, cuando se pone a contar akella vez en la k su destructor naufragó, en plena II Guerra Mundial, y los tiburones se pusieron las botas durante una semana con sus compañeros marines... Aparte de ser un monólogo muy bien construido, tiene la virtud de explicar al espectador por k Quint siente ese odio visceral por los tiburones.

Mac

 

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